2. ¡UN BUEN COCIDO MADRILEÑO!

Y así, tras despedirse de Tomatino, Berenjeno comenzó su aventura.
En poco tiempo apareció delante del cartel que anunciaba el nombre de la gran ciudad que conocería: se trataba de Madrid.
Madrid es la capital de España. Una ciudad de aproximadamente cinco millones de habitantes en la que parece que todo el mundo tenga prisa.


Como le había indicado Tomatino, Berenjeno se dirigió al centro de la ciudad y así fue como llegó a una plaza presidida por un enorme reloj: la Puerta del Sol. Allí preguntó por el lugar dónde la gente solía encontrarse y varios madrileños le dirigieron hasta el kilómetro 0: una placa que se encuentra bajo el reloj en la que comienzan todas las carreteras importantes de España.


Al llegar hasta ese punto, una voz alegre se dirigió a él:

      - Bienvenido Berenjeno. El viejo Tomatino me avisó de tu llegada. Me llamo Don Garbanzo y te ayudaré a conocer esta preciosa ciudad y sus tradiciones.

      - Encantado de conocerle Don Garbanzo. Le agradezco mucho su ayuda.

Don Garbanzo era una legumbre ya mayor. Al igual que Tomatino, había dedicado gran parte de su vida a viajar y a conocer mundo y los años le habían convertido en un garbanzo viejo pero muy sabio. Tenía una gran barba blanca, una tripa prominente y su voz era sería y tartamudeante.  
El primer lugar hasta el que guió Don Garbanzo a Tomatino fue al centro de la misma Puerta del Sol.

   -   Aquí es dónde los madrileños toman las uvas de Nochevieja cada fin de año amigo. El reloj que estás viendo es uno de los más puntuales que existen. Cada 31 de diciembre, con cada una de las campanadas de las doce, los españoles toman una uva buscando la suerte para el nuevo año que empieza.

Berenjeno miraba al viejo garbanzo con cara de asombro. Todo aquello le fascinaba.

Anduvieron tan sólo un par de calles y en muy poquito tiempo llegaron hasta una plaza cuadrada llena de terrazas y ventanas: la Plaza Mayor. Justo en el medio de la plaza, podía distinguirse perfectamente, una estatua ecuestre. Berenjeno quería saber de quién se trataba así que no tardó en preguntárselo a su nuevo amigo.



-          ¿Quién es ese apuesto caballero Don Garbanzo?

-      Se trata de Felipe III “El Piadoso”. Fue rey de España y Portugal hace más de 400 años.

Y sin muchas más explicaciones, se pusieron en marcha hacia un nuevo lugar. En este caso se trataba de la Gran Vía.

Nada más llegar, Don Garbanzo se dirigió a Berenjeno especialmente serio:

-          Berenjeno, ahora ten mucho cuidado. Esta es la calle por la que pasan más coches de la ciudad. Debes andar con mucho ojo y respetar mucho las señales de tráfico si no quieres ser atropellado – le decía el viejo sabio mientras le señalaba a los pasos de peatones y a los semáforos.

-          Descuide Don Garbanzo, lo tendré – respondió la berenjena con voz temblorosa.

Y es que aquella enorme calle, asustaba un poco a nuestro amigo. La carretera tenía un montón de carriles y no dejaban de pasar coches, motos, taxis y autobuses. Decenas de carteles gigantes anunciaban películas de cine y obras de teatro. E incluso había tiendas de ropa que más bien parecían palacios.

Y sobre todo: gente, mucha gente. Berenjeno miraba a todos lados muy asombrado y aunque intentaba no chocar con nadie, en ocasiones era imposible.

-          Bueno Berenjeno ¿qué te parece si vamos a comer? Ya va siendo hora ¿no crees? – sugirió Don Garbanzo.

-          Me parece una idea genial amigo. Con tantas emociones se me ha abierto el apetito.

Como buen anfitrión, Don Garbanzo invitó a nuestro amigo a uno de los mejores restaurantes de la ciudad y allí, le propuso probar uno de los platos más típicos de la capital española: el cocido madrileño.

Mientras esperaban la comida, la legumbre le explicó a la verdura cómo se preparaba este sabroso plato y mientras lo hacía iba escribiéndole a Berenjeno la receta. Pero nada más empezar a hacerlo, la berenjena interrumpió de manera algo impertinente al viejo diciéndole:

-          Espera amigo. Si quieres, en mi teléfono, podemos ver un vídeo de la receta en Youtube. Seguro que así me enteraré mucho mejor.

-          ¡Jóvenes! – exclamó Don Garbanzo. Nunca me acostumbraré a tantas modernidades.




En pocos segundos, Berenjeno había tecleado el nombre de la receta y, mientras seguían esperando, dedicaron unos minutos a ver el vídeo. Y nada más terminar, al retirar la mirada del teléfono, pudieron ver dos grandes ollas de barro que soltaban mucho humo y un olor estupendo.

-          Primero tomaremos la sopa y después los garbanzos con la carne Berenjeno – apuntó la vieja legumbre.

La berenjena tenía tanta hambre que devoró los platos con mucha ansiedad. Tras comerse todos los garbanzos, se zampó la carne, la morcilla, el chorizo y el tocino acompañados de más de una barra de pan. Así que antes de que pudiera darse cuenta, ya le había nacido un fuerte dolor de estómago.

-          ¡Qué rico estaba Don Garbanzo! ¡Pero ahora me siento súper pesado! ¡Creo que he comido demasiado! – exclamó nuestro protagonista.

-          ¡Claro Berenjeno! ¡Es normal! Date cuenta de que has comido demasiados garbanzos y de que el chorizo, la morcilla y el tocino tienen bastante grasa.

-          Entonces, a pesar de que esté tan bueno, no deberíamos comer cocido demasiadas veces a lo largo de mes ¿no Don Garbanzo? A mí me gustaría ser una berenjena sana y abusar de las grasas podría producirme colesterol.

Y después de tomar una infusión, los dos amigos se dispusieron a dar un nuevo paseo para bajar la comida y conocer más rincones de la ciudad.

Caminaron pocos metros para llegar hasta la puerta de los que parecía una enorme mansión custodiada por las estatuas de unos leones. Por su aspecto, bien podía parecer un palacio real, pero Don Garbanzo explicó a Berenjeno que se trataba del Congreso de los Diputados, el lugar en el que se tomaban las decisiones más importantes del país.


Agotados de tanta caminata, decidieron coger el metro y desplazarse hasta una plaza con dos enormes torres que parecían estar a punto de derrumbarse de la inclinación que tenían. Se trataba de las torres Kío.



Pero esas altas torres pasaron a ser una mera anécdota cuando Berenjeno desvió la mirada y comprobó que apenas a unos metros se levantaban, casi tocando el cielo, cuatro torres de una altura casi insuperable. Se trataba de las Cuatro Torres Busines Area.

Estas torres son actualmente los cuatro rascacielos más altos de España y su altura va desde los 250 metros con los que cuenta la más alta, hasta los 230 m que tiene la de menor altura.

El asombro de Berenjeno había llegado a su máximo esplendor. Bajo aquellas enormes torres, su amigo y él parecían unas diminutas hormigas.


Y fue desde aquel lugar desde el que Don Garbanzo, agotado tras un intenso día, explicó a Berenjeno cómo llegar hasta el aeropuerto Adolfo Suárez. Allí nuestro amigo podría encontrar el vuelo que le llevase hasta su próximo destino.

-          Muchísimas gracias por todo Don Garbanzo. Ha sido usted un guía turístico genial.

-          De nada joven amigo. Mucha suerte en tu próxima aventura.

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